Es una de las capillas más antiguas de la Provincia de Córdoba. En medio de las palmeras caranday, en el extremo occidental de la Pampa de Pocho, a la vera del camino, al que llaman Camino de los Túneles, la blanca capilla aguarda a los visitantes.
El general Pedro Nicolás de Brizuela (1610-1674), el 17 de noviembre de 1672, recibió estas tierras de Las Palmas como parte de la merced que le otorgara el gobernador Don Lucas de Figueroa y Mendoza.
Un par de años después, el general Brizuela, desde su residencia de Sañogasta, hoy provincia de La Rioja, “… en remuneración de cuatro años de servicio personal …», el 2 de marzo de 1674, se las dona a su nieto, capitán Juan Clemente Baigorrí (1656-1720), junto a otras tierras en la región.
Poco tiempo después, el Alférez Juan de Oviedo y Valdéz, tal vez arrendatario de esa comarca, le compra a Baigorrí, el 7 de marzo de 1689, las tierras que tenían una superficie cuyo perímetro era: un cuarto de legua al sur, otro al norte, tres cuartos al poniente y otros tantos hacia el naciente, siendo sus límites: Mermela, Pinas, las sierras y las sabanas. Allí fundó la Estancia de Las Palmas.
Por aquel entonces, la capilla más próxima era la de Salsacate (hoy desaparecida) y dada la distancia existente, Oviedo junto a otros vecinos y familiares, entre ellos el capitán Raymundo Gutiérrez Ledesma, decidieron que era muy necesario erigir un recinto sagrado “para el concierto espiritual de todo el país y tener en que enterrar nuestros hijos y familias».
Oviedo entregó las tierras necesarias, algunas imágenes, entre ellas la Santísima Virgen María y otras alhajas; mientras que Gutiérrez Ledesma realizó la obra material de la capilla, entre los años 1689 y 1735, convirtiéndose, luego, en el primer patrono. Lo sucedió su yerno Don Lorenzo de Almirón, por disposición eclesiástica del 24 de febrero de 1740.
La capilla en 1940 (gentileza del Sr. Gastón Torres Vera)
Seis años después fallece Almirón y es sepultado en la Capilla Nuestra Señora de Las Palmas. Su viuda, Doña Bartolina Gutiérrez se casó en segundas nupcias con Don Manuel Luján, quien, en 1774, solicitó el patronazgo de la capilla, aduciendo que la misma “debe su existencia a mi solicitud, habiendo levantado desde sus fundamentos y tenerle con la decencia que alcanza mis cortas facultades».
Don Manuel colocó once cuadros de la vida de Nuestra Señora del Rosario, construyó la barandilla y escalera del coro alto, colocó una campana y las puertas de la sacristía, más las inversiones que realizó en el resto de la capilla, declarando “que trabajó la capilla de Las Palmas con ayuda de $40 de limosna que me dieron y las puertas de la sacristía que las puso don Agustín Cincunegui y lo demás lo costé yo…».
En 1778 Don Manuel falleció, y a partir de ese momento se suscitó un pleito respecto del patronazgo de la Capilla entre su hijo Marcos y el medio hermano mayor de éste, Don Antonio Almirón. Aparentemente no se pusieron de acuerdo y se desconoce la resolución eclesiástica al respecto. Mientras Marcos alega que la capilla “debe su existencia a mi difunto padre habiéndola levantado desde sus principios»; Don Antonio sostenía que la capilla fue edificada por sus ascendientes y que su padrastro Don Manuel Luján, solo había sido un simple administrador. Ambos disputaban el patronazgo. Esta capilla se debió construir entre 1746 y 1774.
Es de líneas muy simples, levantada en piedra y adobe crudo, con grandes contrafuertes de piedra que sostienen las paredes (al estilo de la Iglesia de La Candelaria), en la fachada sur. La nave rectangular tiene 16,42 m de largo por 4,67 m de ancho. La sacristía ubicada del lado del evangelio, con abertura al exterior de madera de dos hojas, es de 4,96 m por 3,67 m, siendo la pared que la separa de la nave de 1,33 m de espesor.
Antonio Lazcano González, cuenta en su libro Monumentos Religiosos de Córdoba Colonial, 1941: “…Hace algunos años fue robado el cofre que contenía las joyas de la Virgen, entre las cuales se contaba un gran rosario de quince misterios, con cuentas de oro puro y diamantes. En otra oportunidad, un párroco modernista, hizo una hoguera con la mayor parte de las imágenes viejas, habiéndose salvado solo unas pocas, entre ellas la titular, porque el vecindario se amotinó en actitud de protesta…».
A pesar de lo relatado, aún quedan algunas imágenes en madera policromada y muebles antiguos. La imagen principal y patrona es Nuestra Señora del Rosario. Hay, además, un Santo Cristo grande y otras imágenes menores que se mencionaron en los inventarios de 1818 y 1920, como la Dolorosa, Jesús Nazareno y San Benito. Fuentes de consulta:
- FURLONG CARDIFF, Guillermo, S. J., Arquitectos Argentinos durante la dominación hispánica – Editorial Huarpes, S.A. – Buenos Aires, 1945.
- GALLARDO Rodolfo, MOYANO ALIAGA, Alejandro, David MALIK DE TCHARA, David, Estudios de Arte Argentino, Las Capillas de Córdoba – Buenos Aires, 1989.
- LAZCANO GONZALEZ, Antonio, Monumentos Históricos de Córdoba Colonial – S. de Amorrortu e hijos, Buenos Aires, 1941.
- Se agradece al Sr. Gastón Torres Vera por su colaboración.
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