Miramar de Ansenuza, una maravilla natural de la provincia mediterránea se abre a los visitantes en todo su esplendor.
Uno de los destinos turísticos por excelencia que ofrece Córdoba es Miramar, donde la laguna de Mar Chiquita, considerada la primera de las siete maravillas naturales de la provincia, se brinda en su magnitud con miles de kilómetros de extensión.
El espejo de agua es uno de los humedales salinos más grandes de América latina y el mundo. Este mar en medio de la llanura y en la provincia mediterránea se abre al visitante en todo su esplendor; cada atardecer se presenta como una postal inolvidable cuando el sol se guarda en los confines de la laguna.
Miramar florece por el fuerte impulso de sus habitantes y se fortalece en materia de hotelería, hospedajes, cabañas y camping para todos los gustos y necesidades. La cercanía de los mismos a las playas posibilita una pronta llegada a pie.
La calle principal del centro, a tan sólo dos cuadras de la costa, y también la costanera reúnen la mayor cantidad de espacios gastronómicos, con una nutrida variedad tragos y platos, uno que se repite en todos es el pejerrey, fruto de la actividad de pesca de la laguna.
Durante las noches los bares y restaurantes ofrecen también música en vivo a la gorra y en todos los géneros.
Ya por las mañanas y desde muy temprano las playas reciben una gran cantidad de turistas que se sumergen en la salada laguna.
Algo que no hay que dejar de hacer son las excursiones en barco, con guía turística a bordo, equipados con los elementos de seguridad y música funcional. Cuatro empresas privadas ofrecen este servicio.
Una de ellas, Excursiones Miramar, con salidas durante la mañana y la tarde recorre parte desde el Club de Pesca recorriendo la costa ocho kilómetros hacia el norte, pasando por las ruinas del Hotel Viena (ver aparte), para continuar más adelante con el avistaje de aves, entre las que se destacan los flamencos como el mayor de los atractivos.
Otra postal llamativa está conformada como una pintura en la que troncos y ramas blancas emergen de las aguas como figuras congeladas, eran las viejas palmeras del pueblo que se hundió bajo las aguas en una inundación y quedaron allí en pie como petrificadas por efecto de la sal. El paseo acuático tiene duración de una hora.
Lugares de interés
Para completar las visitas los turistas pueden recorrer dos sitios de interés el Museo de Ciencias Naturales Aníbal Montes y la Capilla San Antonio, que fue la primera Croata de la provincia de Córdoba, construida y fundada por padres franciscanos, restaurada y habilitada al público en 2016 por la Cooperativa Eléctrica y de Servicios Públicos Miramar Ltda.
Otro espacio para disfrutar es el Museo Fotográfico Dante Marchetti, que propone un recorrido en registros fotográficos y filmaciones de Miramar de Ansenuza desde el año 1981 hasta nuestros días.
Ubicación
Mar Chiquita se encuentra ubicada al noreste de Córdoba capital desde donde se accede por ruta provincial 17.
Los misterios del Gran Hotel Viena
En nuestro paseo acuático en embarcación nos detuvimos en la laguna frente a lo que quedó del Gran Hotel Viena, una imagen casi escalofriante si comparamos sus ruinas presentes con la época de su esplendor.
Los guías cuentan una versión que marca un contrapunto con la de los descendientes de los antiguos dueños. No obstante la tradición oral, puesto que no habría documentación suficiente que demuestre las certezas de un lado ni del otro, alimenta la fantasía de los visitantes.
El hotel que fue construido por Máximo Pahlke, un empresario alemán radicado en Buenos Aires, quien era el gerente general de la firma Manesmann, dedicada a la fabricación y distribución de caños de acero pre ensamblado y también gerente de Tamett que producía hierros para la construcción.
Pahlke estaba casado con Melita María Fleischberger, quien era austríaca y con quien tuvo dos hijos.
Melita padecía de asma y uno de los hijos del matrimonio estaba afectado por la soriasis; ambos encontraron alivio en las propiedades curativas del agua y el barro de la laguna; razones por las cuales a comienzos de los años ’40 la familia decide su inversión en Miramar, contratando a la Gruen-Bilfinger, empresa alemana que se encargaría de la construcción del hotel que finalizó en 1945. La inversión estimada se calculaba en alrededor de veinticinco millones de dólares.
El lujoso hotel que en ese tiempo tenía aire acondicionado y calefacción en todas las instalaciones, con pisos de granito y paredes forradas de mármol de Carrara, contaba con 84 habitaciones, comedor para 200 comensales, biblioteca, sucursal bancaria y hasta un pabellón con médico, enfermera y masajista.
Poseía además criadero de aves de corral y cerdos con un lugar de faena; dos grandes salas donde se fabricaban alimentos; una fábrica de hielo, una bodega con 10 mil botellas de vino, panadería y depósito de conservas.
El Viena tenía su propia usina de luz eléctrica y en las cocheras surtidores de combustible para uso de los pasajeros. En tanto que la gran pileta se dividía en dos partes, una con agua salada y otra con agua dulce.
De su efímera época de esplendor ciertos relatos de la tradición oral cuentan que el hotel se habría construido con capitales nazis y que en el año habían llegado con total hermetismo al Viena tres autos negros oficiales, nunca se pudo confirmar la breve estadía de Hitler en el lugar, pero fue muy llamativo que antes de ese acontecimiento el hotel había sido desalojado y se le dio licencia a la totalidad del personal de servicio, lo cual sumó misterios a las conjeturas sobre un hecho que nunca se pudo comprobar.
La construcción había culminado en diciembre de 1945 y meses después, los Palkhe emprendieron su regreso a Buenos Aires, si bien no se conocen las causas de su partida, la misma coincidía con el fin de la Segunda Guerra Mundial y los bienes expropiados que poseían los alemanes en nuestro país. El Gran Hotel Viena continuó funcionando hasta 1980, a cargo de diferentes propietarios. Y desde entonces se intentaron varios emprendimientos locales para reactivarlo aunque no funcionaron.
Así los misterios y hasta escalofriantes relatos sobre fenómenos paranormales en el lugar, específicamente en la habitación 106, envuelven a este mítico gigante en ruinas, generando la curiosidad de quienes concurren al lugar.
En la actualidad diariamente se realizan visitas guiadas.
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